Llevar las cuentas al día y ahorrar
algo de dinero es uno de los propósitos de año nuevo más habituales, y también
uno de los más complicados. Con una crisis económica que no vislumbra el final,
y una realidad marcada por los recortes en los salarios y en las prestaciones
sociales, el control del gasto se plantea ya no como un deseo sino como una
necesidad, incluso una imposición. Arrastramos cinco años de malas noticias
para la economía doméstica y pese a las declaraciones de optimismo vertidas por los dirigentes políticos en las últimas semanas, todo apunta a que la
tímida recuperación anunciada no se notará en el bolsillo de los ciudadanos.
Para sobrellevar este panorama,
la clave está en desarrollar una estrategia de control de las cuentas para que la
gestión del presupuesto doméstico sea eficaz, rentable y acorde con las
circunstancias de cada uno.
Fuente: realsimple |
1. Hacer números
El primer paso consiste en tener
una visión clara y realista de nuestra situación económica y eso significa
coger papel, lápiz y calculadora para ponerse a hacer números. Empezamos por determinar el nivel de ingresos, contando el salario, prestaciones y ayudas que
se reciben. A continuación, hay que poner sobre el papel e identificar los gastos, es decir saber a dónde va el dinero, distinguiendo
entre facturas mensuales, trimestrales y anuales, así como entre los gastos
fijos y variables: hipoteca o alquiler, seguros, gasto energético, coche o
transporte público, alimentación, aseo, etc.
Toca hacer un
primer balance, comparando los gastos habituales con los ingresos. Si el saldo es
negativo, hay que tomar medidas para evitar que esta situación se convierta en
un problema de liquidez a corto o medio plazo. Igualmente, si es positivo, también
es preceptivo poner en práctica el siguiente paso: preparar un presupuesto. Se trata de fijar un objetivo de gastos dirigido a crear un balance positivo en
nuestras cuentas, saber en qué gastamos el dinero y determinar cómo podemos
gastar mejor nuestro dinero. Para completar esta tarea, os podéis
servir de los programas de software y aplicaciones específicas que ayudan a
simplificar la creación y seguimiento del presupuesto doméstico. Empezamos por
hacer una lista de los gastos fijos: vivienda, alimentación, seguros, etc.
Seguida de una relación de los gastos variables como los destinados a ocio o
vestuario.
El presupuesto mensual (o anual) también
debe incluir una partida destinada al
ahorro. Es cierto que la bajada de los salarios sumada al aumento del coste
de la vida y el incremento de los impuestos merman la capacidad de ahorrar, pero
aún así los expertos recomiendan reservar parte de los ingresos mensuales a este fin, con una horquilla de entre el 5 y el 20 por ciento de los ingresos, según las posibilidades de cada uno. La última estadística indica que en 2013 las familias españolas dedicaron casi el
15 por ciento de sus ingresos al ahorro[1].
Junto con esta partida, es aconsejable contar con una
reserva de dinero para casos de emergencia, como una avería del coche, la
rotura de una cañería o cualquier otro extra. De ese modo, cuando surja el imprevisto no habrá que recurrir al
dinero ahorrado ni habrá necesidad de endeudarse tirando de créditos.
2. Cómo gestionar el presupuesto
Con las cuentas claras llega la
parte más difícil: ajustarse al presupuesto. Aquí el mantra, la primera y única
regla, es "no saltarse nunca el
presupuesto". Y para ello hay que aprender a gestionarlo.
Una forma sencilla de no despistarse consiste en llevar un registro diario de los gastos, ya sea en papel, en el ordenador
o en un dispositivo móvil.
Además, siempre que se pueda es mejor pagar en efectivo y dejar en
casa y bajo llave la tarjeta de crédito para evitar posibles tentaciones que acaban
arruinando las cuentas. Del mismo modo, para llevar un mayor control del
gasto, se puede optar por sacar del cajero una cantidad fija de efectivo al
comienzo de la semana para los gastos y así no salirnos del presupuesto
establecido.
Fuente: maddenillustration |
3. Trucos para evitar tentaciones
Parte del proceso de asumir un
control de gasto y la gestión de un presupuesto pasa por comprometerse a
cambiar nuestra actitud ante el consumo, a
educarnos (o reeducarnos) como consumidores. Esto implica conocer la realidad de la sociedad de consumo en la que vivimos, reconocer
las estrategias que nos dirigen hacia el consumo en masa, ser conscientes e
identificar nuestras flaquezas y ejercer nuestros derechos como consumidores.
Para no extendernos demasiado, os
damos algunos apuntes para conciliar
el presupuesto con el consumo. Para empezar hay que aprender a diferenciar entre la necesidad y el deseo, o lo que es esencial y lo que supone
un simple capricho. Se trata básicamente de responder a la pregunta: ¿de verdad lo necesito?
No cedas ante la presión ni las
estrategias de marketing dirigidas a que compres y gastes más: promociones 3x2,
descuentos en la segunda unidad, periodos de rebajas, ofertas de liquidación,
etc. Tómate tu tiempo y dedica unas horas a reflexionar sobre
lo acertado o no de la compra. Los impulsos son el peor enemigo del control de gastos.
Del mismo modo hay que evitar los
comportamientos o hábitos nocivos que elevan el montante de facturas por
encima de lo previsto. Por ejemplo, acude a las tiendas sólo cuando tengas que
comprar algo concreto y no te dediques simplemente a pasear por los comercios
por si ves algo o para matar el tiempo.
4. Pequeños gestos que reducen gastos
Hasta ahora hemos hablado del control del gasto y las pautas para evitar el consumo innecesario, pero dentro de
la gestión de la economía doméstica también existen rutinas diarias que favorecen el ahorro.
Para empezar, una de nuestras prácticas favoritas y más reiteradas en
almagra32: elaborar listas. Listas
para todo: para el supermercado, para las compras de rebajas, para las
reparaciones del hogar, para planificar gastos y, por supuesto, para elaborar
un presupuesto. La planificación y una correcta organización son determinantes para controlar las cuentas.
Otro gesto de ahorro sencillo consiste en optimizar el consumo de energía.
Bombillas de bajo consumo, electrodomésticos con la máxima calificación
energética, apagar las luces y equipos electrónicos cuando no se utilizan, reguladores de consumo energético o un mantenimiento óptimo de la
instalación eléctrica y de las cañerías son algunos de los factores a tener en
cuenta para restar euros a las facturas de la luz, el gas y el agua; y contribuir a la
sostenibilidad del planeta.
Asimismo, para reducir el importe de las
facturas es importante negociar con
los proveedores de los servicios que tenemos contratados. Luz, gas,
teléfono, agua, seguro del hogar, seguro del coche, seguro médico, Internet y
sigue sumando. Busca la oferta o servicio que mejor se ajuste a tus necesidades
o presupuesto, o si no quieres cambiar hazte valer como cliente para conseguir
mejores precios o servicios extra gratuitos. En la misma línea puedes optar por
eliminar servicios innecesarios
(atención a la letra pequeña de los seguros, minutos de consumo de teléfono,
velocidad de internet) o por agrupar
servicios para reducir el coste total.
Y para el supermercado y las
actividades de ocio, sírvete de las tarjetas de fidelización y cupones de descuento para conseguir un pequeño
ahorro, que se convertirá en significativo en el balance anual de las cuentas.
Fuente: creativemornings |
5. Internet, tu aliado
Ya sea para elaborar el
presupuesto, gestionarlo, llevar un control diario del gasto, comparar entre
diferentes productos o establecimientos antes de tomar la decisión de compra o
localizar la mejor oferta, Internet, y por extensión los programas de software
y las aplicaciones, se han convertido en la herramienta más útil para gestionar
la economía doméstica, siempre y cuando se utilice de la forma correcta y no
como aliciente del impulso consumista.
En nuestro post Claves para ahorrar usando Internet
ya dimos cuenta de las posibilidades que nos brinda la red para cumplir con
el objetivo del ahorro: comparadores, control de gasto, cupones y compras
colectivas, outlets, trueque, servicios gratuitos, bancos de tiempo y webs para
ganar un dinero extra con aquello que ya no necesitas.
mrg
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