Creación de DelPozo presentada en la Semana de la Moda de Nueva York / Fuente: smoda |
El inicio, hoy 13 de septiembre, de la Mercedes-Benz Fashion Week Madrid (MBFWM), el escaparate de la moda española al mundo, pone de nuevo el foco en un sector, el textil, que lucha una temporada más por mantenerse a flote ante el envite de la crisis económica y el drástico descenso del consumo en el territorio nacional.
De un lado, la moda made in Spain se mantiene como un referente de la industria nacional, tanto en cifras de negocio como por la buena reputación y aceptación de sus creaciones de prêt-à-porter masculino y femenino, de moda nupcial, infantil, calzado y complementos. Como ya apuntamos en nuestro análisis del pasado febrero, las últimas cifras oficiales indican que la industria textil representa el 2,7 por ciento del PIB español, con 70.000 empresas, 220.000 trabajadores y un volumen de negocio de 18.400 millones de euros.
Además, los grandes grupos del sector, con Inditex y Mango a la cabeza en posiciones destacadas, mantienen trimestre tras trimestre sus buenos resultados, aumentando sus ganancias y consolidando sus estrategias de expansión en mercados emergentes con países como Brasil, China, Rusia, Emiratos Árabes y Arabia Saudí como principales objetivos.
Al liderazgo internacional de las marcas "fast-fashion" nacionales -con permiso de las también populares firmas sueca e irlandesa- se suma el reconocimiento del trabajo de los diseñadores de moda españoles, que dan el salto más allá de la pasarela madrileña (y barcelonesa) para mostrar sus creaciones en los principales desfiles internacionales. Ayer mismo concluía la Semana de la Moda de Nueva York, donde han debutado las firmas españolas Desigual y Pedro del Hierro. Junto a ellas, repiten, tras su debut el pasado febrero, DelPozo, con diseños de Josep Font; y el veterano Custo Dalmau, quien en su momento fue pionero en la pasarela neoyorquina.
Además, los grandes grupos del sector, con Inditex y Mango a la cabeza en posiciones destacadas, mantienen trimestre tras trimestre sus buenos resultados, aumentando sus ganancias y consolidando sus estrategias de expansión en mercados emergentes con países como Brasil, China, Rusia, Emiratos Árabes y Arabia Saudí como principales objetivos.
Al liderazgo internacional de las marcas "fast-fashion" nacionales -con permiso de las también populares firmas sueca e irlandesa- se suma el reconocimiento del trabajo de los diseñadores de moda españoles, que dan el salto más allá de la pasarela madrileña (y barcelonesa) para mostrar sus creaciones en los principales desfiles internacionales. Ayer mismo concluía la Semana de la Moda de Nueva York, donde han debutado las firmas españolas Desigual y Pedro del Hierro. Junto a ellas, repiten, tras su debut el pasado febrero, DelPozo, con diseños de Josep Font; y el veterano Custo Dalmau, quien en su momento fue pionero en la pasarela neoyorquina.
Desfile de Custo en la Semana de la Moda de Nueva York / Fuente: smoda |
Pero si ésta es la cara más brillante de la moda española, la cruz está llena de claroscuros que dejan tras de sí un paisaje salpicado de inestabilidad, cierre de negocios y concursos de acreedores. En efecto, el sector de la moda es uno de los grandes damnificados por la crisis económica. En parte por errores en la estrategia comercial de algunas marcas, pero sobre todo por la contundente caída del consumo doméstico. Concretamente, desde el inicio de la crisis el gasto anual en ropa por habitante se ha reducido un 22 por ciento, pasando de 564 euros en 2007 a 440 en 2011[1]. La consecuencia directa de este descenso es la pérdida de 46.300 empleos y el cierre de 4.158 empresas entre 2008 y 2012, según los datos del sector.
Este duro escenario está afectando sobre todo a los pequeños comerciantes, los principales perjudicados de la recesión, que dependen del consumo local y tienen poco margen para reajustar sus estrategias de negocio. Sin embargo, entre las víctimas también figuran grandes cadenas comerciales y algunos de los diseñadores estrella de la moda española, que ocupan los titulares informativos por el cierre de establecimientos y los concursos de acreedores.
El caso más reciente, y uno de los más llamativos, tuvo lugar a principios de verano, cuando la firma Blanco presentó concurso voluntario de acreedores y anunció el cierre de 45 tiendas (43 en España y 2 en Portugal), como medida in extremis para garantizar la continuidad del negocio y hacer frente a la precaria situación financiera de la empresa. Con esta decisión, el séptimo mayor grupo textil español por detrás de Inditex, Mango, Cortefiel, Desigual, Pepe Jeans y Tous; echaba el cierre a sus tiendas en las principales calles comerciales del país para continuar con la venta de sus colecciones a través de Internet.
Fuente: zoomnews |
Blanco es la última en sumarse a una larga lista de negocios, la mayoría anónimos, venidos a menos por la crisis. Antes que ella, otras marcas de renombre como el grupo textil gallego Caramelo o la firma Hakei, ya habían decidido acogerse al concurso de acreedores y a la reducción de sus plantillas mediante expedientes de regulación de empleo.
Fuente: lainformacion |
El mismo camino han seguido grandes nombres de la moda española. A principios de este año, Victorio & Lucchino solicitó el concurso de acreedores para dos de sus empresas "debido a momentos de dificultad económica, fruto de la profunda crisis". El concurso de acreedores ha sido también la única salida para Modesto Lomba. Y en el caso de Adolfo Domínguez, el diseñador gallego ha apostado por cerrar locales en el territorio nacional como parte de su proceso de reestructuración enfocado a la expansión internacional con la mirada puesta en los mercados emergentes.
La lista no se queda ahí. En 2010 el maestro Elio Berhanyer cerró su taller a causa de la crisis. Ese mismo año, la diseñadora Carmen March, hoy directora creativa de Pedro del Hierro, clausuró su tienda en Madrid. También cerraron sus locales los diseñadores DavidDelfín y Amaya Arzuaga, que han apostado por la venta online. Mientras que otros diseñadores se han visto obligados a abandonar temporalmente la Semana de la Moda madrileña por problemas económicos.
Estrategias de futuro
Pese a este panorama, los expertos auguran una recuperación del sector en los próximos años ligada a la mejoría del consumo doméstico, la expansión a nuevos mercados y la consolidación de la venta online.
La clave, no obstante, está en la mejoría de las ventas en el mercado nacional. Un estudio del EAE Business School, publicado el pasado 9 de septiembre, prevé que el gasto en prendas de vestir crecerá un 24% para 2017, lo que supondrá un fuerte impulso del sector textil en los próximos años. En total, calculan que dentro de cuatro años los españoles gastarán 25.669 millones en moda, una cifra ligeramente superior a los 24.227 millones gastados en 2007, antes de que estallara la crisis financiera.
Fuente: trendipia |
Junto a esta previsión, los representantes del sector aseguran que la recuperación del mercado doméstico pasa por el retorno de la producción textil al territorio español, una medida clave para el aumento de la demanda doméstica ya que permitiría consolidar una producción de proximidad más cercana a las demandas y gustos del mercado español. "Las exportaciones son sin duda de ayuda para las empresas, pero no son la solución a la caída de la demanda interna. Lo fundamental es la recuperación del mercado español", señala Ángel Asensio, presidente de la Federación Española de Empresas de Confección (Fedecon)[2].
El problema es que a la hora de retornar la producción al territorio nacional muchas firmas han chocado con el escollo de la ausencia de una industria textil a la que volver. La progresiva y rápida deslocalización de fábricas y talleres, que hizo que el número de empleados en el sector haya pasado de 400.000 a 166.000 en apenas dos décadas, ha anulado prácticamente la capacidad productiva en territorio nacional, encaminando a las firmas hacia los talleres que sí se han mantenido en Portugal y Marruecos.
Los empresarios textiles buscan ahora nueva vías de financiación para reflotar las fábricas y los talleres locales. Para ello, han pedido al Gobierno que cree una línea de financiación con garantía del Estado a través de la Compañía Española de Reafianzamiento (CERSA) que prime el retorno de la producción. El objetivo es relocalizar en España la mitad o más de la producción que se llevó fuera, lo que además de la revitalización del sector supondría, según sus cálculos, la creación de entre 60.000 y 100.000 puestos de trabajo a medio plazo.
mrg
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