jueves, 27 de febrero de 2014

Neosolteros, guía básica de un estilo de vida

Ponemos punto y final al "mes de los enamorados" hablando del reverso de la pareja: el neosoltero. Sí, habéis leído bien, "neosoltero", que no soltero a secas. Un nuevo término para definir a un nuevo grupo social. Son los que viven solos por convicción y reivindican la soltería como un estilo de vida en el que convivir en pareja, casarse o tener hijos no es una prioridad.

Fuente: The Earth Voices
Para ellos el estigma de la soltería es cosa del pasado, y el poder de decisión, el individualismo, la autonomía y la independencia son las piedras angulares de una forma de vida a la que no están dispuestos a renunciar y que se resume en una palabra: "libertad".

Pero ojo, no hay que confundir al neosoltero con la imagen de soltero y soltera urbanitas que nos venden los medios de comunicación, y especialmente las películas y las series de televisión. Carrie Bradshaw, la protagonista de Sexo en Nueva York interpretada por Sarah Jessica Parker, fue presentada en su momento como el paradigma de la treintañera soltera y fabulosa, pero para ella y sus amigas la soltería sólo era una etapa que culminaba en el éxito amoroso y el matrimonio. Es más, en el capítulo 4 de la segunda temporada (They shoot single people, Don't they?), la protagonista se enfrentaba a la "realidad" a modo de portada de revista en la que su foto era ilustrada con el interrogante: ¿soltera y fabulosa?. Un ejemplo del discurso conservador que se escondía tras una serie promocionada como un canto a la soltería y a la libertad sexual de la mujer.

En la televisión y en el cine, el neosoltero está condenado a claudicar y guiarse por el referente social de la pareja. Es el caso de Cómo conocí a vuestra madre, donde el personaje de Barney Stinson (Neal Patrick Harris), alérgico al compromiso de más de una noche, acaba felizmente emparejado y camino del altar. Un muestra más de cómo los medios y, por extensión, la sociedad, aún no está cómoda con la libre elección de vivir solo, que no en soledad, y los proyectos de vida que no incluyen el matrimonio y los hijos.

Frente a este discurso oficial está la reflexión de "35 años y soltera", corto documental de la argentina Paula Schargorodsky, convertido en viral gracias a su publicación en el New York Times, en el que la realizadora cuestiona los convencionalismos en torno a la soltería y al matrimonio partiendo de su experiencia personal.


Así pues, cuando hablamos de neosolteros, ¿estamos ante un fenómeno real o ante una moda pasajera, incluso un ardid comercial?. Como en toda etiqueta reciente, el tiempo lo dirá, pero las estadísticas confirman que vivir solo es un fenómeno social que va en aumento. En España, según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística, 4,2 millones de personas viven solas, lo que representa un incremento del 45 por ciento en la última década. Esto supone que casi uno de cada cuatro hogares españoles es unipersonal. Además, se observa una evolución en el perfil de las personas que viven solas, y que tradicionalmente ha estado monopolizado por los mayores de 65 años enviudados, que ahora representan el 40 por ciento del total. La pauta española se repite en el resto de países europeos, y en Alemania, Francia o Reino Unido, por ejemplo, el 40 por ciento de los hogares está ocupado por una sola persona[1].

La portada de Carrie Bradshaw: ¿Soltera y fabulosa? /
Fuente: philstar
Hacia una definición
¿Quiere esto decir que todos estos hogares están habitados por neosolteros? Por supuesto que no. El término está delimitado por unas pautas concretas determinadas por la edad (28-60 años), el estatus social (profesional) y el poder económico (medio-alto).

La ex ministra Carmen Alborch, en su libro "Solas: gozos y sombras de una manera de vivir" (1999), fue la primera en definir al neosoltero como una persona que elige la soltería por convicción y que se distingue de los solteros que se consideran "no casados". Alborch los describe como profesionales muy cualificados, desenvueltos, competentes, seguros de sí mismos y con un alto nivel cultural[2].

Partiendo de esta definición, el neosoltero es conocido por las siguientes características:
  • Prefieren la independencia y la libertad (y el compromiso representa la pérdida de ambos)
  • Su meta es el éxito profesional
  • Cuanto más tiempo pasan solos, son más exigentes a la hora de incluir a otra persona en sus vidas
  • Se preocupan por su salud y por su aspecto
  • En su desarrollo profesional se plantean el aprendizaje como una formación continua: realizan cursos, doctorados, posgrados y seminarios de especialización.
  • Están abiertos a realizar cambios drásticos en su vida como mudarse a otra ciudad o al extranjero por los estudios o por una oportunidad profesional.
  • Dedican su tiempo libre a los hobbies (viajar y tecnología, preferentemente) y a las relaciones sociales con sus amigos

Barney Stinson, de Cómo conocí a nuestra madre,
ejemplo de neosoltero durante las primeras temporadas
de la serie/ Fuente: 20minutos
Eric Klinenberg, profesor de sociología, medios y cultura de la NYU Stern, justifica el aumento de este grupo y de la tendencia de vivir solos en la sociedad actual: "Vivir solos nos permite hacer lo que queremos, cuando queremos y en nuestros propios términos. Nos libera de las restricciones que implican las necesidades y demandas de un compañero doméstico, y nos permite centrarnos en nosotros mismos"[3].

Argumentos como el del profesor Klinenberg son utilizados por los detractores de este estilo de vida para criticar al movimiento de neosolteros, calificados habitualmente como egoístas, narcisistas y egocéntricos, personas que no saben convivir o que "han perdido el tren del amor-matrimonio". Que no nos engañen las nuevas etiquetas, la soltería sigue viéndose como algo negativo y el individualismo como un aspecto nocivo en una persona.

En contrapartida a los convencionalismos establecidos, la propia sociedad está favoreciendo los comportamientos y actitudes del neosoltero. Hablamos de un profesional sin compromisos familiares que puede dedicar todo su tiempo (y horas extras) a la empresa e incluso cambiar de destino, el sueño de todo empleador. Individuos con una gran vida social, que disfrutan al máximo de su tiempo de ocio y que, sobre todo, consumen, y consumen mucho. 

Y he aquí la clave. Las marcas (y la publicidad) han apuntado al neosoltero como la nueva gallina de los huevos de oro. Propuestas de ocio específicas, raciones individuales en los estantes de los supermercados (más caras que los paquetes familiares), sitios web y redes sociales propios, y toda una industria preparada para ofrecer productos a un grupo de población que se caracteriza por priorizar sus deseos y necesidades, que mantiene un buen nivel de vida y que no tiene que dar cuentas a nadie. ¿Y si al final todo es cuestión de marketing?

mrg

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